viernes, 31 de agosto de 2012

¿Qué podemos aprender de un fracaso?

Estos días estivales nos suelen servir para hacer balance de cómo ha ido el año. Como ha sido difícil para la mayoría, me gustaría tener un recuerdo para todos aquellos emprendedores que han visto sus proyectos fracasar. Sobre todo para aquellos a los que su aventura les ha llevado a una situación economía crítica. Aunque sirva de poco, mi más sincero apoyo y admiración.
En una situación así, posiblemente no es buen momento para animar a nadie a volver a intentarlo. Ni muchísimo menos esa es mi intención. Pero si me gustaría hacer ver que, justamente, de los fracasos se aprende más que de los éxitos y que, aunque en los primeros momentos sentirse deprimido es lo más normal, se puede ver el vaso medio lleno y conseguir que el defecto se convierta en virtud. La realidad es que el fracaso le concede un bagaje importante al emprendedor.
Socialmente tenemos alergia a la palabra fracaso pero, si se quiere aprender algo de los malos momentos, a las cosas hay que llamarlas por su nombre y no intentar enmascararlas con eufemismos. Un buen ejemplo lo tenemos actualmente con la situación económica de España ¿rescate o no rescate?
Para lo primero que le tiene que servir el fracaso al emprendedor es para conocerse mejor. Con respecto a esto, Rafael Galán y Javier Escudero en su libro El error positivo hacen referencia a las conclusiones de un estudio sobre cómo evalúa el ser humano los errores (que son los que nos llevan al fracaso). Fue realizado en el 2007 por los psicólogos estadounidenses, Lisa Blackwell y Kali H. Trzesnieswski.
En sus investigaciones demostraron que las personas que mejor desempeñan sus funciones no pierden el tiempo rumiando sus fallos, sino que buscan la forma de resolver los problemas y las estrategias a seguir para que no les vuelva a ocurrir.
A la hora de aprender, concluyeron que hay dos tipos de personas: aquellas cuya confianza en sí mismos se viene abajo con los errores, porque los atribuyen a una falta de habilidad y evitan los retos porque en ellos es habitual cometerlos, y aquellas personas que creen que los errores ofrecen oportunidades, que quieren aprender por encima de cualquier otra cosa, y creen que si trabajan más consiguen más.
Para lo segundo que nos puede servir es para reforzar nuestro carácter. En mi post Cualidades para superar la crisis, hablé del carácter como la cualidad que nos permite ser perseverantes ante los obstáculos y de que no debemos tener miedo a afrontar nuevos retos, pues nuestro carácter viene marcado por las veces que nos hemos sabido levantar.
En definitiva, reitero lo dicho anteriormente, no es mi intención animar a nadie a que vuelva a intentarlo, no me atrevo. Pero si creo que es positivo compartir las experiencias. Por eso sí animo a compartir los malos finales. No sólo se tiene que aprender de los errores propios, también se puede aprender de los ajenos, aunque esto suponga un gran esfuerzo, pues a nadie le gusta reconocer que se ha equivocado.

Un artículo de Jorge Fernandez

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