jueves, 23 de enero de 2014

Qué podemos aprender de las “puntocom” para nuestra pyme

15 años después del estallido de la burbuja puntocom, que supuso una de las mayores orgías de dinero de toda la historia con cientos de fusiones y salidas a Bolsa que cosecharon unos números rojos multimillonarios, muchas de las empresas más exitosas a finales de 1990 siguen vivas, sobre todo en los sectores de creación de redes (Akamai, Juniper), software empresarial (RedHat), y web de consumo (Angie’s List, Shutterfly).
Otros veteranos de la primera generación de emprendimientos web no sólo han sobrevivido, sino que son grandes marcas en línea con capitalizaciones de mercado de 11 ó 12 dígitos. De todas ellas podemos extraer lecciones sobre cómo construir una startup con el poder de perdurar.
Un gran ejemplo y que debería ser el espejo en el que debería de reflejarse cualquier pyme que quiera triunfar es Amazon. Aunque la compañía rastreó obsesivamente los datos de los compradores, cómo utilizaban el sitio y lo que hacía con ellos, con el fin de ampliar y mejorar su objetivo a largo plazo, el resultado es que ahora conoce a sus clientes mejor que ellos mismos.

Otro ejemplo es Netflix. La compañía ha demostrado que puede adaptarse con agilidad a las demandas de sus usuarios. Hizo un cambio temprano -y astuto- de una cuota de renta por disco a una suscripción mensual que era más popular. Más recientemente, Hastings se expandió al contenido original para aumentar las suscripciones en un momento en que los escépticos cuestionaban si un movimiento así sería demasiado costoso.
De eBay podemos aprender a adaptarnos a los intereses de los usuarios en evolución, incluso si cabreas a otros. El presidente ejecutivo John Donahoe emprendió una reinvención multianual del sitio, orientándolo hacia las ventas a precio fijo para que los consumidores que se habían cansado de las subastas regresaran lentamente al sitio. Sin embargo, los cambios favorecieron que los minoristas más grandes y confiables generaran una reacción negativa entre los vendedores que se sintieron traicionados por el sitio. El directivo decidió capotear las críticas para mantener el cambio de tendencia.
Por otro lado, el mensaje que podemos sacar de Yahoo!, otras de las “puntocom”, es claro: Es necesario establecer una red profunda de los grandes clientes y los anunciantes. El CEO poscrisis de Yahoo fue Terry Semel, un veterano ejecutivo de Hollywood que era ampliamente respetado, pero que no logró liderar a la empresa hacia la era de las redes sociales.
Aún así, el directivo hizo dos cosas que ayudaron a la firma a ser una gran participante en las redes de consumo: estableció desde el principio una estrecha relación con los anunciantes de mucho dinero y ayudó a la compañía a comprar una participación de 1.000 millones de dólares en el entonces incipiente Alibaba.com. Los rendimientos de esa inversión han apuntalado las ganancias de Yahoo! desde entonces y le han permitido regresar algo de la generosidad de los propios inversionistas.
Y de la empresa líder de las “puntocom”: Google, ¿qué podemos extraer? Su filosofía a la hora de trabajar es clave para tener una empresa de éxito. Por cuarta vez consecutiva, la empresa de Mountain View lideró en 2013 la lista de Fortune respecto al mejor lugar para trabajar. En realidad no es novedad. Ya existen libros de la forma innovadora de sobre como se trabaja en el gigante de la red.
Por último, de Priceline podemos sacar un lema: “Si todo lo demás falla, compra tu camino hacia un mejor negocio”. Priceline era una de las firmas favoritas de la era puntocom, debido a su original modelo de negocios ‘nombra-tu-propio-precio’. Resultó ser moderadamente popular, pero ni de lejos tan transformadora como la empresa alguna vez soñó.
En cambio, la verdadera razón de que las acciones de Priceline hayan superado a muchas de las firmas anteriores en la última década tiene más que ver con la compra de 2005 de Booking.com y, en menor medida, con la adquisición de 2007 de Agoda. Ambas convirtieron a Priceline en un líder en las reservaciones de hoteles en Europa y Asia, respectivamente, dos mercados desatendidos.

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